BURINN DOULGARLIG (Anarr)
● Padre: Bamur Doul.
○ Abuelo: Tydren Doul.
○ Abuela: Tasbelle Doul.
○ Tío: Gigan Doul (Dorín)
● Madre: Kara Garlig.
○ Abuelo: Thuldar Garlig.
○ Abuela: Maerlynn Garlig.
○ Tío abuelo: Armgrum Garlig. (Líder del Clan)
○ Primo: Torne.
En algún lugar del mundo de Greyhawk, en lo alto de una colina pedregosa, en las
Abbor-Alz, al amparo de una composición inusual de rocas e iluminados por el fuego de una
hoguera se encuentran tres Guerreros enanos dando buena cuenta de unos pichones
asados al fuego.
— Tío Gigan, puedes contarnos la historia de la familia — Le pide uno de jovenes al
más mayor.
— ¡Anarr! — Le dice su tío con exasperación.
— Perdón, tío Dorin — se corrige Anarr
— ¿Puedes contarnos la historia? ya tengo 74 años y Torne 73 casi somos mayores
de edad — Argumentó Anarr mientras Torne miraba a ambos.
Dorin gruñe como buen enano, carraspea y empieza a contarles.
*****
Mi hermano, tu padre, Bamur Doul heredó el título de Señor del Clan Doul cuando
nuestro padre desapareció, un gran señor y guerrero de Karakast. El rey le entregó unas
minas en las Colinas Cairnhill como pago y reconocimiento por sus servicios en la batalla.
Pero las intrigas de la corte le privaron de su honor y humillado se marchó dejando todo
atrás. A partir de ese día tu padre fue el guía de nuestro clan. Convenció a todas las familias
del clan, ¡más de 50 familias! y nos mudamos a las colinas Cairnhill. Allá fundamos nuestro
nuevo hogar Karak-UrngHol. Durante décadas, todo el clan trabajó unido para crear nuestra
ciudad, la excavamos en el interior, construimos un gran portón de piedra cortando el paso
en la terraza más alta de la montaña y profundizamos aún más las minas, extrayendo
minerales preciosos y hierro de la mejor calidad de su interior.
Pronto los comerciantes de otras razas llamaban a nuestra puerta para vendernos
los productos que allí no podíamos producir. Los cambiábamos por oro, plata y armas y
herramientas creadas con el mejor acero en nuestras herrerías. El humo de estas salía por
las chimeneas de lo alto de la montaña noche y día. También pagamos los tributos al rey,
algo en lo que tu padre insistió desde un principio aunque el rey nunca nos volvió a recibir
en la corte.
Yo enseguida empecé a instruir a los jóvenes en el manejo de las armas, había que
formar una milicia.
Cuando tu padre había cumplido ya los 120 años, llegó a Cairnhill un rico
comerciante Thuldar Garlig y su hija Kara Garlig. Estos enanos eran tu abuelo y tu tía,
Torne, el padre y la hermana de tu madre. Tu tía era una enana excepcional, eran de los
clanes del sur. Pertenecían a un clan humilde como el nuestro y resultó que el comerciante
era el hermano del jefe del Clan Garlig . En los días que siguieron a su llegada, tus padres
se enamoraron y se pactó con tu abuelo la unión de ambos. La boda se celebró por todo lo
alto y se unieron ambos nombres, nuestro clan ahora era el Clan Doulgarlig y muchas
familias del clan de tu madre vinieron a unirse a nosotros, llegaron constructores, herreros y
enanos de todas las profesiones hasta armadores de barcos como tu padre, dijo mirando al
joven Torne, buscando una oportunidad. Hasta creamos un astillero en el lago del valle. En
poco tiempo había más de 120 familias viviendo en Karak-UrngHol.
Las décadas seguían pasando. Naciste tú Anarr y fue un gran acontecimiento que lo
celebramos durante una semana al menos. Vinieron muchos nobles, de muchos clanes a la
celebración y eso, fue gracias a vuestro abuelo Thuldar que ahora se encargaba de
comerciar con todo lo que extraíamos de la mina y de las manufacturas de nuestras forjas.
Los barcos que fabricabamos han navegado por todos los océanos. Nuestra runa se hizo
muy conocida en muchos reinos y nuestros silos y almacenes estaban repletos de grano y
comida de todo tipo.
¿Os acordáis cuando todo cambió? Teníais apenas 20 años y no erais más que
mocosos. Siempre ibais juntos a todos lados, tu padre apareció con un minúsculo cofre
colgado del cuello y siempre nos estaba diciendo que ahí abajo había algo más valioso que
el Mithril que pronto todo cambiaría y el rey nos volvería a recibir. Siguieron pasando los
años y tu padre estaba cada vez más obsesionado. Ordenó que se profundizará más y más
en las minas.
Hasta que aquella fatídica noche, hace 34 años, cuando vosotros apenas teníais 40,
tu padre nos reunió a los capitanes y nos ordenó poner el ejército en alerta, pero ya era
tarde, empezaron a sonar las alarmas, tu padre me agarró del brazo y me ordeno que te
encontrara y te sacara de allí.
Iba por la avenida principal a buscarte, los soldados se dirigían en dirección
contraria, hacia las minas. De repente un estruendo sacudió la montaña y una nube de
polvo cubrió la ciudad. La visibilidad era casi nula pero encontré tu casa y preparé dos
mochilas con lo que encontré. Cogí todo lo que pude, te desperté y aun somnoliento te
saqué de allí. Ruidos de lucha, gritos de rabia y agonía se escuchaban por todos lados. En
medio del polvo se veían cuerpos asaeteados y con heridas de guerra, pero no me detuve,
tenía que sacarte de allí, seguimos adelante. A ti Torne, te vio Anarr al pasar entre dos
edificios y agarrándote del cuello del jubón te arrastre tras de nosotros. Llegamos hasta los
almacenes y activamos la puerta secreta que había en estos y salimos por el túnel que daba
a la falda de la montaña. Desde la lejanía miré atrás, en lo alto veía la impresionante puerta
construida en piedra por los mejores constructores del clan, la cual cerraba el acceso a una
gran terraza natural y a la ciudad en sí. Allí nuestro pueblo quedó encerrado entre la puerta,
la terraza y los atacantes que salían del interior y allí mismo mataron a todos o los
empujaron al vacío incluidas las mujeres y los niños. Iban casi todos desarmados y no
tuvieron ninguna oportunidad. Fue horrible. Karak-UrngHol había caido..
*****
Nos alejamos en la oscuridad y así es como empezó nuestro periplo.
¡Y esto es todo lo que os voy a contar! Ahora hay que descansar. Se terminaron los
pichones y se metieron en sus sacos de dormir.
*****
Tío y sobrinos escaparon en mitad de la noche. Anarr el mayor, por un año, miró
todo pero no dijo nada en todo el camino. Torne no paraba de hacer preguntas, quería
saber, pero no obtenía respuesta. Durante días se alejaron todo lo que pudieron y volvieron
al reino de Karakast. Allí se instalaron a las afueras de la ciudad donde su tío montó una
cervecería, la cual abastecía a comerciantes, posadas y tabernas de la zona.
En los siguientes años los jóvenes fueron creciendo. Siempre bajo la vigilancia de su
tío. Torne decidió tomar su propio camino y el tío pagó la matrícula de la universidad en el
otro reino enano, Durmadan, pero Anarr se quedó a su lado, le ayudaba todo lo que podía
con el negocio, incluso en un par de ocasiones le dejo solo algunos días bajo la supervisión
de algún capataz de confianza, en ambas ocasiones regreso magullado y herido, pero Anarr
no preguntó jamás, siempre dejaba a su tío con sus fantasmas. Torné regresaba una vez al
año a casa para la festividad de ..... de año nuevo y eran días felices, días de reencuentro,
que ambos enanos aprovechaban para ponerse al día de sus cosas, pero pronto volvía a
sus estudios.
Cuando Anarr cumplió los 50 años su tío le regaló un hacha de batalla enana y un
buen escudo. Apenas podía alzarlo, pero su tío le entrenó en su manejo.
Cuando era poco más que un adolescente, aún no tenía ni 60 años, se escapó y se
unió a las fuerzas de un contingente humano, aliado de los enanos de Karakast. Iban a
limpiar el lago Misterio Marsh de hombres lagarto. Se alistó con los humanos ya que los de
su propia raza no le dejaban por ser aún muy joven. Allí libró buenas batallas aunque no
muy peligrosas, pero le sirvió para coger experiencia. En una batalla, el viejo sargento de su
unidad cayó herido y el teniente le nombró Sargento ya que había demostrado lo que valía y
siempre andaba ayudando a sus compañeros en combate.
Cuando volvió a casa junto a su tío, lo único que le dijo es que esperaba que hubiera
luchado con honor y valentía. El joven se guardó su insignia de sargento para sí. Desde ese
día, entrenaban en el patio de La Cervecería a diario.
Cuando el joven ya había cumplido los 60 años, siempre estaba pendiente de lo que
hablaban los viajeros, así se enteró que en la ciudad de Hardby estaban reclutando
soldados para reforzar la flota ya que se disponían a hacer limpieza en las rutas mercantes.
Por la noche el joven se puso a preparar su mochila para una nueva aventura, de repente
su tío entró en la habitación.
— ¿Dónde crees que vas mocoso?— Le dijo su tío muy serio.
— Pero tío, ya he combatido, se def...— Pero el joven se tuvo que callar a mitad de
su alegato de defensa cuando su tío le mandó callar.
— Mocoso mal educado, no tienes ni idea, luchar en el mar no es lo mismo que en
tierra— Le dijo su tío mientras agarraba su mochila.
— ¡Sígueme!— Sin mirar atrás su tío salió de la habitación y bajó las escaleras al
almacén. Se puso a rebuscar en unos estantes y sacó varias cosas.
— En el mar, debes usar estos petos de cuero reforzado como armadura, debes de
ser ligero para poder moverte, abordar y no hundirte si caes al mar— y le puso el peto en
los brazos..
— Este será tu escudo, de madera, está bien curtida y endurecida al fuego, es
resistente y también flota, no como nuestros compactos cuerpos que se hunden como
piedras— y le puso el escudo también en los brazos.
De un baúl, sacó cómo seis pequeñas hachas arrojadizas, las metió en la mochila y se lo
dio al ya apurado enano.
— Y estas hachas son la mejor opción para abatir a los enemigos que te estarán
disparando desde el otro barco, fuera de tu alcance—
— Gracias tío Dorín por los consejos— Dijo Anarr.
Dejó las cosas en la mesa, con alivio y empezó a organizarse. Se puso el peto de
cuero y su tío se lo ajustó con las cinchas. Cogió el cinturón que iba con la armadura y tras
ponérselo le colocó las hachas en él. Anarr cogió el escudo y su hacha de batalla. Su tío le
miró de arriba a abajo, se veía que estaba orgulloso de lo que veía, pero no estaba
convencido.
—Falta algo, pero no se que es— Decía pensativo para sí, Anarr se dobló para
mirarse a sí mismo mostrando su cabeza descubierta.
—¡Ya sé que es!— y salió corriendo de nuevo a la estantería. Cogió un casco de
acero, redondo con protector nasal y orejeras que le protegían hasta el cuello.
— Este es fácil de quitar si caes al agua— Le decía mientras le ponía el casco.
— Ya casi pareces un guerrero— Le dijo su tío mirándole de arriba a abajo.
— Recuerda que si eliges bien tu equipo tienes muchas más posibilidades de ganar
la batalla—.
A la mañana siguiente su tío le dijo que le tenía solucionado el transporte a Hardby.
Le acompañó a la plaza del mercado, donde un altivo enano le dio una bolsa con algunas
monedas de plata, y sin apenas mirarle le indico el último carromato con un gesto de la
cabeza.
—Sube atrás y no distraigas al conductor. Ese es el carro que debes proteger— Le
dijo serio el enano y se dedicó a ir asignando a otros enanos de la ciudad a los carros.
—Anarr compórtate y no hagas muchas preguntas, cuando llegues a Hardby podrás
enrolarte en la marina— y se volvió a hablar con el enano arrogante.
El enano dio la orden de que arrancara la caravana y mientras se alejaba,
acomodado encima de los fardos del carro, vio como su tío y él enano se daban un abrazo.
Anarr hizo la ruta hasta Hardby, casi sin incidentes, se despidió de los miembros de la
caravana y se dirigió al puerto, pronto encontró la fila de reclutamiento de la marina.
Estuvo esperando unas horas hasta que le tocó el turno. En la mesa había un viejo
capitán y un joven escriba.
—Que tenemos aquí — dijo el capitán —esto si que seria digno de verse, un enano
en el mar— y se río con el escriba.
—Igual de digno que ver tu cabeza rodar por el puerto— Dijo el joven enano
ofendido mientras estrujaba el mango de su hacha.
Los dos guardias que había a los lados bajaron las alabardas para amenazar al
enano.
—Tranquilo muchacho— volvió a hablar el capitán — Se me había olvidado lo
quisquillosos que sois los enanos con el honor. Si tiene tantas ganas de navegar, no seré yo
quien se lo impida, ponga aquí su nombre y estampe su rúbrica señor enano— Dijo el
capitán apaciguando al enano. Anarr se quedó mirando fijamente al Capitán y puso su
nombre y su firma. Ya estaba hecho, se había alistado para los próximos cinco años.
Anarr embarcó en el Albatros, un navío de guerra que era ágil y ligero. El Albatros
tiene los colores blanco y negro a ambas bandas como los de dicho animal y un espolón
dorado reforzado imitando al pico de ese pájaro. Pasaron los días a bordo y cuando por fin
dejó de marearse, él creía que iba a morir, empezó a disfrutar del mar. Le encantaba la
sensación de amplitud y libertad. Hasta le enseñaron a nadar algo que se creía imposible
para un enano.
En los años sucesivos libró multitud de combates contra los piratas. Su habilidad con
el hacha y el escudo era muy apreciada en el barco, siempre era el primero en los
abordajes y pronto le nombraron sargento del grupo de abordaje de proa. Para él los barcos
eran como mini campos de batalla, móviles y cambiantes, y él sabía combatir en los sitios
estrechos a la perfección. Sus hombres le querían y le seguían a donde él dijera. Con el
paso de los años, el capitán Gunter lo promociona a Teniente de marina y empezó a
enseñarle los conocimientos básicos de navegación..
Cuando cumplió los cinco años de servicio, Anarr se despidió de la tripulación, a
esos rudos y valientes marinos había llegado a apreciarlos y algunos se despidieron como
verdaderos amigos. El capitán y él se llevan especialmente bien y cuando vio que no podía
convencerle para que volviera a enrolarse le dijo que si alguna vez necesitaba algo que lo
buscase.
Anarr regresó junto a su tío el cual le volvió a mirar orgulloso cuando se
reencontraron, también estaba allí su primo Torne, había vuelto a casa para la festividad de
fin de año.
Con el dinero que había ahorrado en cinco años de pagas y botines, compró el solar
de detrás de la cervecería de su tío y construyó una armería, al poco estaba funcionando al
cien por cien, varios armeros y sus aprendices estaban allí trabajando, en especial Dinmir
un armero amigo de su tío del cual aprendió Anarr todo lo que pudo.
*****
Al alba, se levantaron los tres enanos, calentaron un guiso de alubias con liebre del
día anterior y dieron buena cuenta de él. Y claro, lo regaron con una buena cerveza
especiada, para coger fuerzas para el día. Cargaron el carro y volvieron al camino para
empezar la última jornada de regreso a su hogar. Llegarían a casa al anochecer.
Volviendo la cabeza para atrás vio a sus sobrinos pegándose en la parte de atrás del
carro. Y sonrió al acordarse de esa misma escena cuando eran sólo unos mocosos. Desde
que Torne había entrado en la universidad, cada año hacían ese camino para recogerle,
podía haber pagado un transporte pero prefería ir a por él y Anarr también. Para Dorín era
uno de los mejores momentos del año. Volvía a tener aunque fuese unos pocos días a sus
dos chicos juntos. Los años que la Anarr estuvo en la marina fue un poco triste para todos.
—¡Chicos! — Les gritó para que dejaran de pelear y le escucharan.
—¿Saben lo que es el gremio de aventureros?
—¡Pues claro tío!— Le contestaron ambos enanos a la vez. Los dos jóvenes
empezaron una conversación a gritos, la cual le costaba seguir al tío, que si la sede del
gremio tal, que si el grupo de aventureros esto, que si aquello.
—¡Ya está bien!— les volvió a gritar su tío.
—Ya veo que lo saben, pues me alegro me alegra que les haga tanta ilusión ya que
antes de la festividad de ......, deberán presentarse en la sede del gremio en Narwel—
Los dos enanos se quedaron mirándolo, mudos, con los ojos como platos.
—Ya lo tengo todo organizado, en tres días vendrá un viejo amigo que os
acompañará hasta Hardby, donde cogeréis un barco hasta ..... y desde allí iréis a pie por
vuestra cuenta a Narwel. Ya están pagadas las inscripciones del gremio—
Los jóvenes seguían perplejos, pero en un segundo se desató el caos, volvieron a
hablar los dos otra vez, sobre excitados como estaban, no se les entendía nada. Que si la
armería, que si la universidad, que si seremos héroes, que te quedarías solo, etc, etc, etc.
Al tío no le preocupaba Anarr, era un aventurero nato y sabía que iría aunque se
quedara preocupado por él. El problema era Torne. El joven era muy racional, había elegido
los estudios antes que la aventura y sabía que le pondría un millón de pegas antes de
claudicar. Estaba tranquilo, sabía que era muy capaz y tendría la experiencia de su primo
para ayudarle.
En la última elevación del camino, ya anocheciendo, divisaron a lo lejos la
impresionante entrada del reino de Karakast en la ladera de la montaña. Las antorchas
iluminaban la elaborada puerta y la muralla interior. A los pies se extendía la ciudad exterior,
la luz salía por las ventanas de las viviendas, tabernas y negocios que allí había.
Los jóvenes no habían dejado de parlotear todo el camino sobre el Gremio de
Aventureros y de hacer preguntas. Lo traían agotado.
Los tres enanos cruzaron la muralla exterior saludando a los guardias y se dirigieron
a La Cervecería.
—Chicos, ¡A la cama! Mañana tenéis muchas cosas que preparar— Les mandó su
tío.
Anarr y Torne obedecieron a su tío y se fueron a la cama, pero Anarr no pudo dormir
en toda la noche, su cabeza no paraba de especular que le depararía el mañana y estaba
ilusionado y nervioso ante la expectativa de vivir nuevas aventuras.
Al alba el tío pilló al sobrino en la armería, estaba afilando sus hachas.
— Deja eso Anarr — le dijo su tío y sacando un paquete de tela se lo entregó a su
sobrino que lo abrió y le miró con extrañeza.
— Son tus armas tío — Era el hacha de batalla de su tío y su dos hachas de mano.
— Si, fueron un regalo de tu abuelo cuando le acompañé a la primera batalla y ahora
son tuyas, blandelas con honor— le dijo su tío visiblemente emocionado.
Anarr las observaba perplejo, ya las había tenido en su mano antes, pero ahora es
cuando las veía de verdad, esas finas filigranas de plata haciendo complejos intrincados en
las hojas parecían formar parte del acero. Eran una verdadera maravilla.
— Y ahora muchacho termina tu tarea—.
Anarr limpió y reparó la cota de mallas y remendó el acolchado interior. Mientras
Anarr pulía el yelmo y el escudo su tío volvió con otro paquete.
—Esto es especial Anarr— Le decía mientras lo desenvolvió él mismo.—Esta
coraza, es mi coraza de capitán de la guardia— Anarr no podía apartar la mirada de esa
maravilla, estaba visiblemente emocionado, la armadura finamente grabada y en el centro
se veía un blasón, el blasón de su familia, una montaña con un hacha sobresaliendo por
detrás. Anarr recordaba ese símbolo, en los escudos, los pendones y las armaduras. Pero
sobre todo lo recordaba de aquella noche cuando huía junto a su tío.
—También es para mi tío—
—Sí muchacho para que tengas muy presente la importancia de lo que vas ha
hacer— Le decía su tío acercándose a él.
—Y tengas muy presente que algún día regresaremos a nuestro verdadero hogar—
Le seguía diciendo mientras golpeaba con el dedo la montaña grabada en la coraza.
—Y ahora termina de preparar tus cosas, armate y te veo en el patio para entrenar
con tu primo antes de desayunar— Y se dio la vuelta marchándose.
Anarr preparó la vieja mochila con lo necesario, ató a esta el saco de dormir y el
odre de rica cerveza enana fabricada por su tío. Se puso la cota de malla ajustando bien las
cinchas, la coraza y un sobre todo cubriendo las armaduras. También se colocó el cinturón
de combate donde colocó las tres maravillosas hachas de su tío, cogió el escudo y salió al
patio.
Recién estaba amaneciendo. Acababa de salir cuando aparecieron su tío y su primo
el cual llevaba una preciosa ballesta enana en sus manos y los virotes colgando de un
carcaj en la cintura. Su tío empezó a gritarles y a hacer que trabajaran en equipo,
aprovechando las habilidades de cada uno. No les daba tregua, tenían que confiar el uno en
el otro y luchar como uno solo. A media mañana ambos enanos estaban reventados tirados
en el suelo intentando respirar. Su tío desapareció dentro y volvió con un pequeño barril y
unos embutidos curados. Los jóvenes los despacharon rápidamente. Estaban sedientos y
hambrientos por el esfuerzo de entrenar en ayunas. Continuaron así todo el día, hasta la
noche.
Su tío mandó a lavarse a los jóvenes enanos y los llevó a beber a la taberna, donde
disfrutaron de un agradable espectáculo y de la buena cerveza de su tío.
Esa noche durmieron como niños, su tío los observaba roncar, profundamente
dormidos desde la puerta de la habitación. Cuando amaneció aún tuvo que subir a
despertarlos. Ambos enanos bajaron al comedor, su tío les había preparado el desayuno y
en el mueble de la entrada les tenía preparados sus equipos.
—Hoy es el día muchachos— les decía su tío mientras desayunaban.
—Pronto vendrá a recogeros mi viejo amigo Murmir—
Llamaron a la puerta y el tío la abrió y salió fuera. Los jóvenes dejaron hasta de
masticar para intentar escuchar. Su tío entró con su amigo y Anarr se llevó la sorpresa era
el enano altivo de la caravana. Esta vez iba armado con un hacha a dos manos y llevaba
una enorme mochila colgada de la espalda.
Tío Dorín presentó a los jóvenes, los cuales se prepararon para partir abrazándoles
les dijo al oído unas palabras que jamás olvidarán.
—Luchar con honor, hacer que me sienta orgulloso de vosotros y recordar que
pronto volveremos a Karak-UrngHol.—
Y aquí se abre un nuevo camino para los jóvenes enanos.